¿Quién no se ha visto envuelto alguna vez en una situación en la cual siente que está estancado, y tan solo desea que se produzca algún cambio que dé un nuevo rumbo a las cosas?.
Cuando uno está buscando trabajo durante largo tiempo y no consigue su objetivo dirigiendo sus pasos en una misma dirección, llega el momento de plantearse realizar nuevos movimientos y tomar otras direcciones para generar esos cambios. La cuestión es que en ocasiones no lo hace por varios motivos. Algunos de ellos son: el miedo y el desconocimiento.
En el primer caso, el miedo al fracaso y al rechazo ya sea de los demás hacia nosotros o el nuestro propio nos impide avanzar. Pensamos que si hacemos cosas nuevas para tratar de lograr cambios y luego no funcionan, ésto nos hará sentirnos peor de lo que estamos y nuestra autoestima se verá dañada. Nuestra falta de confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades hace que nos estanquemos y no asumamos riesgos. Creemos, además, que si intentamos algo nuevo y no funciona nuestras opciones se verán reducidas, como si por hacer algo distinto hubiéramos “gastado o consumido” una oportunidad."La seguridad" que nos proporciona continuar en el lugar en el que estamos y en el cual sabemos cómo nos sentimos resulta más cómoda que arriesgarnos a movernos en otras direcciones y realizar otras actuaciones de manera que, finalmente, nos quedamos como estamos; esperando que alguna fuerza
externa intervenga para que consigamos lo que deseamos. Si un elemento externo entrara en juego para que se produjeran cambios, en el caso de que fuesen positivos podríamos pensar que además de éste elemento nosotros también habríamos tenido una parte de responsabilidad y que de tanto insistir en la misma dirección por fin habríamos obtenido nuestro “premio”. Es decir, podríamos atribuir parte del éxito a nuestro esfuerzo previo y a nuestro mérito.
En el caso de que los cambios fuesen negativos podríamos culpar al elemento ajeno a nosotros de ellos sin sentirnos tan mal, puesto que si hemos continuado haciendo lo mismo hasta el momento y no ha sucedido nada, si ahora sucede podemos considerar que es a causa de ese elemento externo y no “culpa nuestra”.
Pero la verdad es que lo que interesa, más que ese juego mental, es nuestro crecimiento y avance siendo importante recordar que el movimiento genera movimiento. Si queremos avanzar y ser auténticos generadores de cambios y responsables de nuestra propia vidas debemos tomar una actitud activa, comprometida y responsable ante nuestra propia evolución y tomarla desde la auto-aceptación. El dar nuevos pasos supone tomar riesgos e implica cometer errores y también lograr aciertos pero, lo más importante, trae consigo aprendizajes y oportunidades. Esto es lo que nos sirve realmente para aprender, evolucionar y generar oportunidades de cambio.
En el segundo caso, el desconocimiento de que hay otros caminos posibles a los que seguíamos hasta el momento para lograr los cambios, puede traer consigo el estancamiento. Podemos pensar que ya lo hemos probado y en consecuencia no hacer nada. Es importante tomar conciencia de este hecho y recabar una adecuada información sobre cómo podemos detectar oportunidades para tomar nuevas rutas y generar cambios. Trabajar la capacidad de observación nos va a resultar de gran utilidad.
En resumen: El miedo y el desconocimiento en ocasiones nos bloquean.
En lo que se refiere al ámbito profesional y en concreto a la búsqueda de empleo, el miedo provoca en muchas casos que nos paralicemos y se cree en nosotros una sensación de estancamiento. El superarlo conlleva tomar una actitud de auto-aceptación y hacernos responsables de nuestras decisiones. Implica asimismo tomar riesgos y tener una actitud activa ante las cosas. En el caso del desconocimiento, una buena información y un pararnos a observar las cosas desde distintos ángulos pueden ayudarnos a lograr que se abra ante nosotros un mundo lleno de posibilidades.
“Si crees que algo es imposible, tú lo harás imposible.” – B. L.
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